Flor verde de papel

Me decidí, salí de mi casa, y dirigí mis pasos hacia una tienda de los chinos. No fue en la primera sino en la segunda, donde compré una flor artificial, no sabía que regalarle, pero algo tenia que ser, así que fue eso, una simple flor de mentira, lo más parecido a verde. 

Quería ir a verle, al principio, ¿y ahora qué hago? Estaba dudando. Tiro el dinero, me guardo yo la flor,…. ¿entonces, para qué la compré? Ni hablar, voy.

Me lancé, pregunté donde estaba y fui, con compañía, eso sí, pero fui, no conocía a esa persona.

Estaba con muchos nervios encima, mucho calores de los propios nervios. Me dio las gracias y en sus ojos leí sorpresa, cansancio y malestar. 

Yo sólo quiero que toda persona que lucha contra alguna enfermedad, lo haga con con una grata compañía, una persona, dos, cinco o mejor 10, que puedan acompañar más rato que menos, y así levantar a quién está luchando. Que se llene a quién lo necesita de un abrazo cálido y una sonrisa sincera y no estará de más un beso de apoyo. Sin lástima ni pena, eso es feo, nadie se merece la enfermedad y a cualquiera nos puede tocar. Un acto de amor al prójimo, que salga del corazón

Una flor verde de papel es lo que sello con mi deseo.

Déjame

Déjame decirte que te quiero, que he vuelto a recuperar la ilusión, la melodía de mi corazón vuelve a sonar con una dulce y alegre canción, ya no hay amargura, y si hay se está marchitando y ahora tú formas parte de esa nueva melodía.

Aparecisteis de la nada, sin previo aviso y sin esperarte, te conocí y déjame decirte, que tu sonrisa y tus ganas de luchar, me cautivaron poco a poco y sin querer.

Déjame decirte que quiero apostar por intentar luchar por ti, porque creo que mereces las alegrías, quiero conocerte como eres en realidad, tus defectos y virtudes. 

Déjame decirte que quiero ver como te superas cada día y cómo llegas a ser mejor de lo que eres.

Déjame decirte, que quiero seguir sonriendo y que tu me veas hacerlo.

Déjame decirte que quiero vernos felices a los dos.

No parar de reír

Ríe. Ríe a carcajadas. Ríete con ganas, de verdad. Ríete del camino que tienes que atravesar para conseguir tu sueño, porque lo lograrás y más si es riendo. Sueña, vive, recuerda siempre con una sonrisa, ríete con los buenos momentos que recuerdes. Fabrica buenos momentos que te hagan sonreír. Si lloras, sonríe a la vez. Que te duela la cara de tanto reír. Comete la vida. Saborea cada detalle. Da una bocanada de aire, suspira y sigue sonriendo. Agárrate de la gente que te impulsa, que te mantiene, que te sosiega, aquellos que quieren verte sonreír.

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Fecha de caducidad

Todo llega a su fin, todo termina, todo tiene fecha de caducidad.

Buenos y malos momentos. Las alegrías y las penas. Todo termina, todo vuelve a empezar.

El día se hace noche y la noche cuando se va, da paso a un nuevo día, un nuevo amanecer que aporta luz y claridad y cuando se apaga, al atardecer, anuncia oscuridad, la claridad de la luna y el observar de las estrellas.

Un año pasa y otro comienza, igual que las semanas y los meses.

Las oportunidades se escapan, pasan otras, lo que hay que saber cual coger, en que tren hay subirse.

Lo mismo pasa con la vida, un ser vivo nace y también le llega su hora. Para los que seguimos puede ser que sea una maldita hora ver a alguien partir y una gran hora ver a alguien nacer. Algunos pasan por la vida viviendo al máximo, otros sólo pasan y unos terceros deseando que llegue siempre su fin, el viaje que les ha tocado pasar por tormentas, diluvios y huracanes y quizás hasta algún maremoto sufrir.

Los buenos momentos parecen que pasan más rápido, un día estás sentado comiendo un helado mientras ves el atardecer, parpadeas una vez y se acabó el momento. ¿Lo aprovechaste? No volverá, habrán momentos parecidos pero ese no se repetirá. El pájaro que divisaste a lo lejos, el niño que se sentó a tu lado con un traje de lunares. No, ellos no estarán en tu siguiente observar del atardecer, el niño estaba de vacaciones y quien sabe, si vuelve no será con esa edad y el pájaro, quizás el que veas sea otro.

Así también, con los momentos de tristeza. Esos que parece que al reloj le cuesta avanzar, o que está parado. No te preocupes, que pasará. Mira a ver si puedes aprender, que lección puedes sacar, si la vida te está cobrando algún mal o simplemente, tiene algo mejor para darte.

A veces el fin de momentos buenos, el fin de los seres más queridos, ya sea personas o un animal que te haya acompañado, duele tanto que sólo te acostumbras a vivir con su recuerdo, y te darás cuenta sin saber como ni cuando ni porque, esas agonías de tristeza llegaron a su fin.

Todo tiene su fin, su tiempo, su fecha de caducidad.

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Despedida I

Antoñita ¿has visto cuánta gente ha venido a despedirse de tí? Sí, supongo que a algunos no los conoces, pero vienen  a acompañar en estos momentos a tus seres más queridos, tu hijo, tu adorado hijo, tu nuera y tus queridos nietos. Otras, que sí conoces, quieren darte un último adiós.

¿Mira que has dado guerra? ¡Eh! Hablabas sin parar y no te decidías, pero ahora solo es un dulce recuerdo y con eso y todas tus cosas buenas hay que quedarse con gusto. Mirarte en fotografías para que tu rostro no se borre de nuestras mentes, porque tu voz, con el paso del tiempo se consumirá, como en tus últimos momentos de vida que se te apagó.

Hay que recordar cuando abrazabas, reías, bailabas, besabas, tocabas las palmas o cuando decías ¡tú te vas a venir conmigo al pueblo! ¡verás qué bien lo vamos a pasar! Y como no recordar, en todas tus reuniones tus comidas insuperables, tus pestiños y tus gajorros.

Ahora estás con tu marido, el mejor de todos, Joaquín, pueden volver a ser felices donde quiera que estén y no perderse ni una fiesta más de las que tanto les gustaba, ver a la Virgen o las procesiones.

A los que estamos aquí nos toca recordarte, recordarles.

Descansa en Paz.

Dña Antonia, Antoñita, Mamá o Yiya.

Magia de los polos opuestos

Y es cuando nos damos cuenta que el sol nos calienta y la luna nos refresca, que el día nos alumbra y la noche nos cobija, descubrimos que la magia de uno se esconde para que reluzca la del otro y así poder descubrir cosas asombrosas. En ese instante que somos conscientes que dos fenómenos tan grandes nunca viven juntos para no quitar protagonismo al otro, también lo somos de nosotros mismos, seres completamente imperfectos que brillamos con luz propia, que podemos ser compatibles con otros sin apagar a nadie y sin dejar que nadie nos apague. Porque todo ocurre por una razón.

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Amor encadenado

Hay veces que el “amor” es encadenarse con alguien, solo porque te unen cosas menos el amor y por cobardía rechazas y “maltratas” a la persona con la que realmente estás unido con el amor sin darse la oportunidad de descubrirlo. Esto es algo puro, que toca fuerte cuando te llega, no atiende a lo físico, es algo que no sabes porqué ocurre, tampoco es interesado pues un beso, un abrazo, una flor o la simple compañía en mitad de una plaza, vale mucho más que cualquier regalo. No hay que juzgar ni señalar a las personas porque no sabes por lo que han pasado ni como se han sentido, tampoco sabes su versión, no condenes, porque lo mismo te arrepientes y es a la que juzgas la persona a la que amas y con la que tienes al lado te encadenas llenandola de lujos y sin amarla.

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A ser Feliz

Voy a seguir intentando ser yo en toda mi esencia, teniendo presente mis virtudes y amando mis defectos para mejorar mis errores. Voy a procurar no ser perfecta y centrarme en ser feliz. Tratar que lo que otros piensen de mi no me afecte, voy a procurarlo he dicho, al fin y al cabo cada uno es diferente al de al lado y es libre de pensar lo que quiera y tener otro punto de vista distinto al mío, eso no me va a frenar para seguir siendo como soy o cambiar. Me formaré con mis errores y si me corrigen cortésmente también, pero no imponiendo.

Daré a conocer mis deseos y necesidades, y escucharé a quienes me rodean. Pediré respeto por mis derechos sin invadir los de los demás. Ya no solo satisfacere a todos, también quiero satisfacerme yo. Aprenderé a decir que no, aunque cueste y a veces me sienta mal, con la práctica será más fácil, como todo.

Aspiraré a no sucumbir tanto a los problemas, ser más flexible y no darle tantas vueltas a las cosas, fluiré más con la corriente, como el agua del río baja hacia el mar.

Me diré que si no me aceptan en un lado, ya me aceptarán en otro lugar, y si no encuentro donde encajar, no me voy a preocupar. Continuaré con mi papel en esta vida que es hacer lo que me gusta, aprender a coser, hacer labores y sacar fotos, escribir, inventaré algo para hacer manualidades o investigar, en la cocina de mi casa, hacer deporte, comer sano e insistir en poder ser voluntaria para regalar sonrisas, si ese es mi papel, ayudar a quien tiene menos.

Y sobre todo nunca dejaré de luchar por lo que me gusta y me hace feliz, me queda mucho camino por recorrer y en el que no dejar de cultivarme. Formarme en lo mío, que no hay mayor gratitud y mejor papel para mi que enseñar a quien no sabe sonreír.

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Palabras

Palabras. Pueden ser habladas o escritas. Descifradas por partes, en sílabas y fonemas. Segmentadas.

Palabras. Pueden ser utilizadas en un buen o mal contexto. Las hay ordinarias y las hay que forman expresiones vulgares. También al contrario, las hay cultivadas.

Palabras. Escritas se debe tener más cuidado al plasmarlas en el mensaje, pueden ser mal interpretadas. Habladas también, pero no tanto.

Palabras. Pueden ser tan dulces como una caricia, delicadas como una flor. O tan duras que rompan más que la punta de un cuchillo.

Palabras. Las hay que sin decirlas hablan más que pronunciándolas, y las que pueden ser más escandalosas que el propio ruido.

Palabras. Pueden ser todo o nada. Acompañadas con gestos o solas. Las palabras y el compás de los gestos que hablan por sí solos.

Con las palabras se pueden inventar historias, terroríficas, románticas o las más fantásticas que te puedes encontrar. Se puede retratar un suceso pasado o describir el paisaje más bonito jamás imaginado. Las palabras transportan a niños y adultos, a quienes las leen, con magia, a otros lugares o hacer que vivas las sensaciones que el que empuña el papel y el lápiz para transmitir con sentimiento, con el alma y corazón, lo que está viviendo en ese momento, inventado o no.

Las palabras hace a quien las plasma, ser más cuidadoso en su escritura, ser un mejor aprendiz para cultivarse más y mejor. Hace que viva más en un mundo de fantasía para compartir sus mil y una aventuras. O simplemente poder enseñar a otros los que ya sabe.

Las palabras son música para los oídos calmando a la fiera, llegan profundo y directo, o son un terremoto que despiertan a la fiera. Las palabras son mágicas, esconde detrás infinidad de secretos. Cuidalas.

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Mejor con sentimientos

Cuándo un lágrima quiere salir, no se puede retener.

Cuando la risa llama a la puerta, se le debe abrir.

Cuando el enfado dice que está aquí, lo está y punto.

Cuando la fuerza viene, prepara todo.

Cuando el miedo quiere bajar las escaleras, ponte abajo, de muralla, está gordo y bajará rodando.

Cuando la valentía corre, deja espacio.

Cuando el coraje se manifiesta lo hace de verdad.

Cuando el error tropieza cae al pozo.

Cuando la generosidad dá, lo hace a manos llenas.

Cuando el dolor pisa, deja huella.

Cuando el perdón sigue al dolor  cambia las huellas por flores. Cuando marchitan, es porque no se han cuidado, aparecen de nuevo las huellas y aún más marcadas.

Cuando el amor se asoma se tira en parapente haciendose notar.

Y es que cuando el corazón habla debe hacerlo sinceramente y la razón debe cederle la palabra, aunque a veces es mejor intentar escuchar a esta para que el primero no sufra de gravedad.