Me decidí, salí de mi casa, y dirigí mis pasos hacia una tienda de los chinos. No fue en la primera sino en la segunda, donde compré una flor artificial, no sabía que regalarle, pero algo tenia que ser, así que fue eso, una simple flor de mentira, lo más parecido a verde.
Quería ir a verle, al principio, ¿y ahora qué hago? Estaba dudando. Tiro el dinero, me guardo yo la flor,…. ¿entonces, para qué la compré? Ni hablar, voy.
Me lancé, pregunté donde estaba y fui, con compañía, eso sí, pero fui, no conocía a esa persona.
Estaba con muchos nervios encima, mucho calores de los propios nervios. Me dio las gracias y en sus ojos leí sorpresa, cansancio y malestar.
Yo sólo quiero que toda persona que lucha contra alguna enfermedad, lo haga con con una grata compañía, una persona, dos, cinco o mejor 10, que puedan acompañar más rato que menos, y así levantar a quién está luchando. Que se llene a quién lo necesita de un abrazo cálido y una sonrisa sincera y no estará de más un beso de apoyo. Sin lástima ni pena, eso es feo, nadie se merece la enfermedad y a cualquiera nos puede tocar. Un acto de amor al prójimo, que salga del corazón
Una flor verde de papel es lo que sello con mi deseo.